“El Forastero y la Novia” podría calificarse como una moderna novela romántica. Moderna por la cercanía de tiempos, personajes y lugares y el lenguaje más actual, coloquial y directo. Romántica por la exaltación del sentimiento; la presencia de los sobrenatural y del misterio; la búsqueda de la soledad y persecución de fantasmas e imposibles; ruinas, sepulcros, irrealidad, y un oculto pasado que se vuelve presente obsesivo, tenaz, imperioso. Asimismo creemos que la elección de la forma epistolar es todo un acierto: estilo que se inspira en viejos odres, esta vez para contener el vino nuevo.
Siguiendo los consejos de su amigo Luis, Jorge, el protagonista, -músico- viaja al norte con la finalidad de “recomponer mi vida de ese duro golpe que el destino me asestó cuando todo se abría en un hermoso futuro…” La llegada a Tacuarembó, el recorrido en otro coche, “…sin rumbo… sin destinos ni horarios fijados de antemano”. Y su imprevisible decisión de quedarse en un pequeño pueblo, cobran forma en una primera carta fechada el 17/3 y a la que seguirán otras y otras, escritas semanalmente, por lo general los días lunes, durante poco más de seis meses.
A medida que avanzamos en la lectura, nos va cautivando, en veces el apasionamiento del romántico; en otras, la remansada descripción de nuestros paisajes campesinos y vívidas escenas trabajadas con personalidad y altura, sin concesiones a lo vulgar o chabacano.
Juan Sosa atesora y prodiga, de ese modo, una gran virtud de novelista: atrapar desde el primer instante de su trama el interés y la atención del lector que se ve inmerso en el mundo que describe, identificándose con el protagonista, sentirse él mismo el héroe o celebrando la recuperación del personaje “cada día me siento más empapado de la naturaleza que me rodea y más alejado del drama que viví…”
En suma, una obra que se lee con placer y avidez, que rescata lo escencial del romanticismo –patrimonio, sin duda, de sus jóvenes lecturas- y lo integra en una obra cercana en tiempo y espacio. Y Juan Sosa la describe con frescura, el encanto y hasta la inocencia original del escritor de “tierra adentro”, de criolla estirpe campesina –maestro rural por más señas-, lejos del smog de las grandes ciudades y la artificiosidad de las musas urbanas.
Cada lector encontrará, sin duda, la imagen de un mundo trascendente que prolongará en su espíritu, resonancias luminosas.
Gerardo Molina
esta muy buena esta novela
ResponderEliminarY vos estas mejor
ResponderEliminarsi nosotros no la terminamos pero esta buena
ResponderEliminarEsta buena la novela
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