Desde el año en que las primeras expediciones procedentes del Brasil arribaron al norte uruguayo en busca del preciado metal, ha transcurrido más de un siglo y medio. Los yacimientos han cambiado de dueños y los volúmenes extraídos también han variado.
Más de una vez la fiebre del oro llegó en oleadas, atrayendo hombres de los más lejanos lugares del mundo.
Brasileños, españoles, franceses, italianos, canadienses, australianos, criollos, han escarbado en las entrañas cuarcíferas buscando cuantiosas riquezas. No siempre los acompañó la suerte.
Presidentes, ministros, jefes políticos, militares, no fueron ajenos a los avatares de la época y también ellos utilizaron los métodos más aviesos para hacerse de los mejores yacimientos.
Las mujeres no podían permanecer indiferentes a las noticias que recorrían el mundo. Venían desde los países americanos o de Europa buscando amores y fortuna… Amores pasajeros, fortunas fugaces.
Las tétricas historias, abusos de poder, asesinatos alevosos, han quedado atrás y únicamente son relatos en boca de los historiadores o recuadros en páginas amarillentas de los diarios de la época.
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Carlos Márquez, ambicioso periodista capitalino, fogueado en los peligros del hampa y que aspira a ser corresponsal en el extranjero, es designado por un diario sensacionalista para investigar sobre la actual producción.
Sorpresas inesperadas, riesgo latente, amores que llegan y se van.
También él sueña con el oro y al buscarlo expone su vida.
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